Querría narrarte mis memorias de liguero y sudadera, entre cielos eléctricos y medias noches ebrias, pedalada por las calles. Al borde de esa ventana tuya, abierta y efímera, consintiendo a esta flaca salvaje. Mirando al revés la vida, pensabas. Desde las luces rojas y esquinas advenedizas te recuerdo. Más te anhelo.
Pero, mi querida Ámsterdam, esta vez vuelvo sola a tus venas.
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