sábado, 9 de agosto de 2014

La puta varada

Me has dejado.
¡Me has dejado!
Sola te lo permito
pero, ¿hueca?
Tac, tac.
¿Cómo?
¡Cómo!
De tener el preciado iris violeta
y la vista catarsis,
el observar
de río
las pestañas húmedas
y el estómago
ardiente;
¡maldigo!
las que antes
fueron muñecas ágiles.
Retozo
sobre los lirios
convulsionando el voluntarioso
miedo,
lo que antes fue
hermoso
ahora
se esconde en la tierra.
¿Cómo?
¡Cómo pudiste!
Reclamo mi parte del trato,
y no olvido
la maldita quemazón
que vuelve a la noche
de tu pelaje.


La estepa
también se retuerce,
supura bruma
de naturaleza fluorescente,
como azufre
en la llaga.
Por dios,
¡vuelve!
y recuerda
que sólo estoy
aquí
por ello.






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