jueves, 6 de septiembre de 2012

Stush

Me levanto a por el cigarrillo mal liado. 

Las cenizas estallan en el vestido nuevo. La muerte del fuego por la virginidad del nilon.
El aliento me  huele a hostilidad. Mejor, nunca soporté la hipocresía. (Malos tiempos para nacer entonces, niña). El humo danzante coquetea en mi boca, sabe a silencio prematuro.

He adelgazado.
Me alegro, las caras enfermizas también tienen su encanto.
Me gustan las caras enfermizas.
La peor versión de uno mismo.

Se apaga la llama, de nuevo el mechero.

Asco. Acabaré esnifando.
Ayer me dijeron que hace tiempo que no sonrío.
Sé que a veces me odia. Me odian. Espero que no se arrepientan, el sentimiento es mutuo.

Humo.

No.No te engañes. No es odio lo que sientes.
¿Sabes a qué me refiero? Ellos no comprenden tu placer por la soledad.
También tienes derecho a reclamar lo que es tuyo.
Vete.


Y no vuelvas.



viernes, 31 de agosto de 2012

Mírala.
Sonríe. Y sonríe amplia y extensa.

Nunca se te dio bien leer a la inversa.                                  No importa. No duele. No destroza.

Pero mírala bien.


sábado, 18 de agosto de 2012

No hay dolor, ni angustia, ni sometimiento.

Te comprendo. Puede que tengas hambre, quizás tengas sed  y quizás odies, o te odies. No te culpo, probablemente tengas una razón de peso. Yo aún soy niña, pero no lo suficiente como para saber que la vida es una gran puta, exótica y fascinante, que deja probar sus mieles, pero que jamás regala.
Posiblemente no habrás tenido la suerte de ser su bastardo predilecto; tranquilo, nadie la tiene. Pero seguro que has conocido, aunque no recuerdes su voz, al mesías adorado por los antiguos; venerado por la humanidad, si me permites. Ese mesías tiene sexo femenino. Recuerda. Si existe el dolor es porque ella ha existido.

Y no temas, hay quienes hacen sufrir. Yo los compadezco. Compadece de ellos tú también.
Jamás la conocerán.


miércoles, 15 de agosto de 2012


Soñé que no podía abrir los ojos mientras me perseguían. No recuerdo sus caras, ni sus voces, ni sus alientos. Era como ser un animal ciego en la trinchera. Deshumanizado y solo.
¿Siente esto el perdido?  Pero no el perdido en una ciudad, o en un bosque siseante, o entre las sábanas; sino el perdido; que mira al suelo desesperanzado, que tiene pozos por ojos y  no sabe esbozar sonrisas. Ese animal destrozado por/de existir.
Debe ser triste vivir así, entre la niebla. Compartiendo tu vida con caras de nombres transparentes (y que ansias de no cobren matiz).

Ese tipo de perdidos me refiero, pozos sin fondo.

Quise abrir los ojos, pero ese mismo intento era el sueño, y cuando los abrí me pareció volver a estar soñando. Extraño, irónicamente emotivo, pero por un  instante me sentí animal atrincherado y triste.
Ahora. Ahora  temo conciliar el sueño, que me asusta y me inquieta, como un remordimiento. No nacemos para la opresión, ni siquiera los animales nacen para la tristeza.
Ahora. Ahora temo conciliar el sueño, y eso me entristece.
No nacemos para tener miedo.




jueves, 3 de mayo de 2012

Esta mañana pensé en abandonarme en la bañera que ha observado lascivamente mi cuerpo desnudo desde la tierna niñez.
Hundir la cabeza entre las aguas crepusculares y renacer desde la impureza para saber que en este sucio mundo no hay lugar para remordimientos, ni para psicologías inversas, ni para cuerpos abrazados.