sábado, 18 de agosto de 2012

No hay dolor, ni angustia, ni sometimiento.

Te comprendo. Puede que tengas hambre, quizás tengas sed  y quizás odies, o te odies. No te culpo, probablemente tengas una razón de peso. Yo aún soy niña, pero no lo suficiente como para saber que la vida es una gran puta, exótica y fascinante, que deja probar sus mieles, pero que jamás regala.
Posiblemente no habrás tenido la suerte de ser su bastardo predilecto; tranquilo, nadie la tiene. Pero seguro que has conocido, aunque no recuerdes su voz, al mesías adorado por los antiguos; venerado por la humanidad, si me permites. Ese mesías tiene sexo femenino. Recuerda. Si existe el dolor es porque ella ha existido.

Y no temas, hay quienes hacen sufrir. Yo los compadezco. Compadece de ellos tú también.
Jamás la conocerán.


1 comentario: