jueves, 16 de abril de 2015

Alétheia

De querer serlo
¿quién lo sería?
¿quién querría serlo?
Yo no quiero ser tu niña,
ni tu rabia,
no querría ser la rubia
por definición
esclavizada,
ni los juncos mayores que rozan tus mejillas.
No quiero ser el fuego
que te quema las partes
bajas.
¡Qué hablas!
Jamás querría ser el polvo
de las sutiles mañanas,
ni siquiera los dedos sabios
que rozan los estadios
de ser algo o no ser nada.
Antes me mato,
antes de ser el terrible
significado.
¿Quién conoce a quién?
Tú lo sabes,
antes me mato.
No quiero ser tuya,
ni de nadie.
No soy tuya,
ni de nadie.
Aprende.
No eres mío,
por suerte.

De querer ser algo,
sólo el paradigma violento
de las cosas
lo sabría.
Deja de quererme,
tú lo sabes,
la honestidad tiene un precio
de burla perenne;
¡déjame!
¡arrodíllate ante otra!
Yo no querría ser
como esas mujeres sentimentales
que tuercen su voluntad
ante el quejido febril
de los amantes en celo.

Ahora, después de la poética, lo diré claro:
Haré lo posible por destruir todo aquello que quieras de mí.






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