miércoles, 30 de octubre de 2013

Noche/Madrugada del 30-10-13

Acabo de fumarme un cigarro, junto a la ventana sacrílega del fondo este de mi habitación.
Si no hay cenicero, acostumbro a dejar caer los restos en un trozo de papel, que después estrujo y tiro.
Hoy resulta que corre un poco de viento.
Al echar las cenizas sobre el nido, éstas han comenzado a supurar una herida, arrasada y corrosiva; que con hermosa ansia, deshilaba la carne blanca.
Lo he doblado y redoblado, pero el calor de la llama seguía advirtiendo mi mano.

Ha quedado grabado en mi memoria el segundo primero de la extensión devastadora; el ocre lamiendo suavemente, diría que amorosamente compulsivo, la celulosa; sí, que es como una piel.

Cigarro tirado,he dejado el pobre manojo al pie de la ventana. Y ahí sigue deshaciéndose, víctima de la corriente fría de acontecerá estos días venideros.
El olor a quemado es ahora el olor de mi habitación. Y ahí sigue, descomponiéndose al otro lado del cristal.
Lo sé porque observo el vestigio de humo que se escapa propiamente de su interior. Y el aroma, como estigma permanente.

Yo sigo escribiendo, mientras mi trozo de papel arde y no lo escribo por mero capricho.
Esa maldita mierda ardida tiene que ver conmigo.


Pero mañana, cuando despierte y abra la ventana, y mire al pie, no encontraré nada: ni papel, ni llama, ni ceniza, No encontraré nada, ni siquiera el puto olor que ahora, y en este mismo instante perfuma cetrino y casi eterno, mi habitación.





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